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Se oye una voz:
alguien clama en el desierto:
“¡Preparad el camino del Señor;
abrid sendas rectas para él!”.

Juan el Bautista se presentó en el desierto proclamando que la gente se bautizara como señal de conversión para recibir el perdón de los pecados. La región entera de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, confesaban sus pecados y Juan los bautizaba en las aguas del Jordán.

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